El flato es un aguafiestas que siempre está al acecho. Los que hacen deporte, desde el más amateur que solo sale los domingos hasta el profesional que entrena dos veces al día, han tenido flato alguna vez.

No se sabe a ciencia cierta por qué aparece, pero lo hace. El dolor de flato se manifiesta como un dolor punzante en el abdomen que puede variar de intensidad. Por lo general, se trata de una leve molestia que desaparece al rato, aunque a veces llega a ser tan fuerte que el deportista se ve obligado a parar sí o sí. En plena competición, eso puede significar decir adiós a los objetivos por los que tanto se ha entrenado.

Es más común que se produzca en personas que están empezando con el ejercicio físico, aunque no es una norma. Las comidas copiosas antes de ponerse a dar zancadas también suelen afectar, de la misma forma que beber abundante agua antes o durante la actividad física.

Por poner un ejemplo, a los runners lo que les gusta es hacer running, no calenting, por eso se puede llegar a entender que muchos empiecen a correr a todo trapo sin haber calentado previamente. En esos casos suele aparecer el flato, al correr a ritmos elevados y con la respiración descontrolada.

En cualquier caso, esto son solo algunas  situaciones en las que podría dejarse notar, pero hay muchas más. El flato no avisa y no hay demasiados trucos para evitarlo, así que lo mejor es tener en cuenta algunos consejos para combatirlo. Ahí van:

  1. Parar (pero no en seco)

Es el consejo más obvio, pero el más efectivo. Aunque cueste, es mejor no soportar el dolor y esperar hasta que desaparezca. Conviene dejar de hacer ejercicio, relajarse y hacer inspiraciones y expiraciones lentas y profundas para favorecer que el flato desaparezca.

  1. Presionar con los dedos

Justo en la zona donde se siente el pinchazo hay que presionar con los dedos con cierta fuerza. Sin pasarse, pero esta presión aliviará el dolor. Al mismo tiempo, para que sea más efectivo, es importante tensar el abdomen. Como se hace para marcar músculos en la playa.

  1. Masajear la zona

Un masaje sobre la zona del dolor abdominal puede ser un buen remedio. Con las propias manos, sin necesidad de ningún otro instrumento, hay que masajear con suavidad. En lugar de presionar un punto fijo, hay que pasar la mano aplicando una leve presión en la zona.