Una década atrás, mientras Las Ketchup cantaban el Aserejé y la Play Station 2 hacía las delicias de millones de jugones, un suplemento deportivo se puso de moda: la creatina. Producto de una campaña de marketing o de la pasión colectiva, este derivado de los aminoácidos estaba en boca de todo el mundo.

Muchos amantes del fitness la tomaban para incrementar su masa muscular y los que iban al gimnasio a regañadientes, también se estaban planteado hacerlo por sus múltiples beneficios. Exactamente, la creatina es un ácido orgánico que está en los músculos y células nerviosas de los seres humanos. El organismo la crea de forma natural y su función principal, una de tantas, es generar energía muscular de forma instantánea.

En la actualidad no es tan popular, sobre todo por la gran oferta de suplementos que existe y porque ha generado muchos mitos y medias verdades a su alrededor. Pero se sigue utilizando en muchos deportes de intensidad, como el levantamiento de peso, el powerlifting o el crossfit para ganar masa muscular, recuperar mejor y poder entrenar con mayor intensidad. Es así, porque aporta esa chispa tan necesaria en los entrenamientos de fuerza.

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La verdad es que no existen evidencias científicas que confirmen los efectos positivos de la creatina. Hay tantos estudios a favor como los hay en contra, así que es complicado hacerse una idea exacta por mucha literatura científica que sea lea. A algunas personas le sienta de maravilla y otras no notan sus efectos. Como se suele decir, cada persona es un mundo.

En cualquier caso, si piensas comprar creatina para tener más fuerza, conviene dejar claras unas cuantas cosas: a corto plazo, la creatina provoca un aumento de peso. Las células musculares reaccionan reteniendo agua y gracias a eso se aumenta ligeramente de masa corporal. No es un incremento desmesurado, pero se debe de tener en cuenta en algunos deportes.

El cuerpo es gandul por definición. Está constantemente buscando formas de ahorrar energía y como le están suministrando lo que necesita – la creatina- deja de fabricarla por sí mismo. Por suerte, esto es un problema menor, porque desde que se deja de consumir de manera externa el organismo la vuelve a generar.

Antes de empezar a consumir este producto, es necesario consultar a un experto en suplementación deportiva. Él sabrá indicar la cantidad recomendada, los periodos de tiempo y la mejor manera de consumirla.